Fragmentos

sábado, 27 de noviembre de 2010

120 Días en las Profundidades del Mar Muerto

Y otra vez, como en las palabras de aquella melodía blasfema...

...el Rey de Sodoma bebe de nuevo, la Señora Babilonia gime...


...Princesas cantando canciones de su propio pecado,
de placer y dolor y virtudes en vano...


...y el Sol penetrando en Capricornio...

lunes, 22 de noviembre de 2010

La observo...

...y aún durante el día, se siguen reflejando en mis pupilas los destellos y titileos de aquella estrella entristecida. Y no puedo huir del deseo de descolgarla de su cielo, de hacerla mía, de apretarla contra mi pecho; bien para quebrarla y hacerla añicos; bien para que mi corazón la mastique y la haga suya; bien para morir inmolado entre sus aristas resplandecientes...

lunes, 8 de noviembre de 2010

El Aaiún

Resulta que por vuestra boca reseca, rezuma la pus y la porquería producida por la avaricia que os gobierna. Y ese limo, esa excreción que revestís de plumas, sois capaces de echarla a volar, dejándola en libertad para que contamine los corazones más nobles.

Que sois bestias afanadas en remendar su podrido disfraz de cordero, pavoneándose ante la debilidad de pueblos diezmados. Pero ya no hay más que jirones, y bajo las corrompidas pieles, vuestro hedor de codiciosa sordidez se abre paso, arañando incluso, los olfatos más rudos. 

Que ya no hay máscaras que os oculten. Que una vez más habéis aniquilado, y ganado a pulso las peores venganzas.

Espero sin ocultarlo, que los dueños de aquellos garabatos burocráticos, sean la víctima sin salida de madres e hijos de miradas heridas de por vida. 

viernes, 5 de noviembre de 2010

Zomb-villa

Rodeados de los chillidos aullantes que los trenes dejan escapar al frenar, mis pies se hallaban cómodamente plantados sobre el cemento del andén, alejados y ensimismados, abstraidos supongo, en el confort de las botas.


Por la parte superior de mi cuerpo, es decir, en mi cabeza, las circunstancias no eran muy distintas. Pensaba distraida en diversos temas, bien situada y alineada sobre el cuello y hombros.


De cuando en cuando volvía a la realidad y observaba la cola en la que esperaba, donde personas de todas las edades y colores brotaban taciturnas, espectantes. Algunos charlaban entre sí.


Más aullidos espeluznantes arañaban el aire, y estrellas galvánicas colgaban aburridas de un cielo de piedra o metal. Una voz femenina y resonante anunció algo, y, casualmente, la cola comenzó a avanzar. Aquellas palabras envolventes asemejaron al conjuro de una vieja reina hechicera, cuyo encantamiento hubiera levantado hordas de cadáveres tambaleantes.




Mis pies, ahora lúgubres, se arrastraron como aquellos otros que le rodeaban, siguiendo los movimientos en una zombi-danza torpe y arrítmica. Mis ojos apuntaron al resto de mis cadavéricos compañeros, y vi sus miradas ansiosa clavadas en el final de aquella serpiente humana, deseosos de reposar.




Un paso. Luego otro. Un lento y tenebroso tropel, que no deja de avanzar, adelante, siempre adelante, sin descanso. Brazos extendidos en una búsqueda interminable. Consumiendo sin parar, como una avariciosa plaga de langostas.Y yo entre ellos, sin poder detenerme. Arrastrado y conducido. Inutilizado...por muy vivo que me sienta....

jueves, 4 de noviembre de 2010

Pandora se quedó manca

Las ventanas palpitaban en lentos latidos mientras las notas se desprendían de las cuerdas, acompañadas del suave rasgueo de su voz. Tras los cristales, la pobre luz de las farolas creaba sombras que se adherían a los muros de ladrillo. El halo anaranjado de la lámpara se filtraba hasta mis pupilas, probablemente dilatadas en aquellos instantes de pasmosa ensoñación.

Los ventanales vivientes respiraban en movimientos sedosos, traspasados por las callejeras y moribundas luces eléctricas, y el eco de ideas empezaba a tejerse y a cobrar forma en algún subterráneo almacén cerebral. Cuando el engendro terminó de constituirse, fue transformado en pregunta. Una pregunta que resonó en todas mis células, y que no desvelaré.

Fue un segundo, un segundo en el que las latientes ventanas se desperezaron bostezando, la luz se difuminó, borrosa, la música arañó algún viejo saco de emociones, y la frase me inundó a todos los niveles.

La respuesta llegó inmediatamente. Brotó de manera lógica de esa aglomeración de sensaciones, transformada directamente en palabra reptante, venenosa, y enroscada.

Como suele ocurrir con ese tipo de revelaciones, un sólo parpadeo bastó para hacer caer la estructura que acababa de construir, dejando tan sólo una esencia mediocre. Un harapo solitario.

Tan sólo espero no ser el único