Fragmentos

sábado, 23 de octubre de 2010

Fagofagia


Como tantas otras veces, me soñaba a mí mismo intentando conciliar el sueño. Siempre coincide con esta circunstancia la sensación de temor, la sospecha de ser acechado por algo, oculto en la oscuridad más allá de las sábanas.


La diferencia esta vez, era que no yacía solo, y me sentía más seguro y tranquilo que de costumbre. No obstante, en algún momento la oscuridad dio paso a la penumbra, y los objetos de mi dormitorio y todos sus detalles fueron revelados. Todo encajaba en la contundente realidad, no existía nada especial o anormal, exceptuando, quizás, el miedo que me invadía.


Tal vez susurrara en el oído de S. algunas palabras para comprobar si dormía. Incluso puede que me incorporara al escuchar o notar movimientos en las sombras. No recuerdo exactamente qué hice en el durante, pero tras unos instantes, no cabía duda de que algo se acercaba por el pasillo, arrastrando los pies, o lo que tuviese en su lugar.


En el marco de la puerta apareció un ser alargado, dibujado por trazos nerviosos y negros que vibraban. Su figura recordaba a un obelisco, o puede que a una monja de gran estatura, flaca y esmirriada, oculta bajo algún tipo de hábito oscuro y fluctuante. Un par de enormes ojos saltones sobresalían de ese manto extraño que cubría al ser. Su movimiento era parecido al caminar de un monigote de animación vectorial.

Estaba paralizado ante tal circunstancia, observaba aquella cosa que entraba en mi habitación y avanzaba hacia la cama con pasos cortos y mirada desorbitada. De repente, su marcha cesó. Unas palabras se modularon en el hilo de voz que se abría paso a través de sus trazos zigzagueantes y sombríamente electrificados:

"A veces, practico la fagofagia..."

Desperté al instante.


lunes, 18 de octubre de 2010

Parece que se hace tarde...

...y, sin embargo, aún me sigo sorprendiendo en ese estado mental primordial y primigenio, en el que el mundo exterior pierde su valor como elemento ajeno, e innumerables conexiones se desvelan de forma sutil.

Tal vez sea tarde. Tal vez chasqueen huesos que antes no lo hacían. Tal vez las pasiones se diluyen cada vez más en una maquinaria de rutina oxidada.

Pero existen instantes en que el Ser y el Resto, dejan de definirse en Espacio y Tiempo.

Por ello, tan sólo parece que se hace tarde. Y eso no deja de ser bueno. 

domingo, 3 de octubre de 2010

Y nada más

Me lo repito cada maldita noche solitaria; especialmente en aquellas donde fantasmas de medianoche y vacíos hambrientos acechan desde cualquier recoveco.


Especialmente, en aquellas donde el cansancio me aplasta y el ánimo se derrumba en cascadas de cristales rotos.


Especialmente, en aquellas en las que las ideas se iluminan mediante una luz mortecina, decadente, y el sin sentido de la existencia resuena zumbante.


Me lo repito una y otra vez, susurrando, quizá garabateando. La misma idea redibujada, vestida con mil trajes distintos; nombrada hasta la saciedad y la destrucción de su significado.


 Me lo repito, por miedo, o angustia; esperando que mi cerebro se cauterice permanentemente, que la idea reluzca en todo momento, cicatrizada en el hipotálamo.


Me lo repito y repito...que mañana, puedes cesar. Que no hay ni un sólo segundo en el que tu cuerpo pueda esquivar a la Dama de Negro. Que todas las conexiones eléctricas que te recorren, están expuestas constantemente al colapso.


Morir. Morir y yacer inmóvil; inerte, frío, estático. Rigor mortis corporal. Pupilas fijas.


Y nada más.

viernes, 1 de octubre de 2010

Recordado

Y sí, me he recordado.

Ahora mis pies caminan ligeros, y nuevas alas crecen en ellos.

He descendido a superficies más allá de lo subterráneo; he excavado en paredes de carne, tanto viva como muerta; he combatido a papel y tinta las más fieras y esquivas bestias interiores. He bebido néctar dulce y adictivo, venenoso. Arañé. Grité. Rabié. Ansié. 

Y finalmente, cómo imaginarlo, de la manera más sencilla y tranquila, desempolvé, sin más contingencias, todos los caminos y senderos que me atraviesan. Y de aquel desierto sin esperanza, me elevé, como antes, a los más altos cielos.  

La Inmensidad Presente, como combustible de un Fuego Interior infinito.