Fragmentos

lunes, 2 de mayo de 2011

La Luna Menguante cuelga ahorcada sobre ti, Soñador

Tus emociones ejercen una erosión, un desgaste producido desde tierras interiores difuminadas por la neblina. Son tierras de las que emanan vientos helados, afilados como cuchillas, que agrietan, agrietan, agrietan...

Y no son oleajes y tempestades ajenas las que te arañan y desgarran, las que te destripan. No, son tus ojos, tus manos, tus oídos, tus llaves en definitiva, ellas son las que rasgan el estimado Yo e infectan tus fortalezas. Y de esas fisuras nacen los reflejos abominables que te poseen; fetos deformes nacidos entre cúmulos de grasienta materia racional y viscoso tejido palpitante, procedente de tus más bestiales instintos.

Y ellos escarban voraces, se abren paso, cada vez con mayor facilidad. 


Porque tus ojos ven a través del tinte de tus credos y pasiones, autoproclámate emperador de tus confines, y prohibe a esas vaginas infectas engendrar nuevos monstruos.   


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