Fragmentos

sábado, 23 de octubre de 2010

Fagofagia


Como tantas otras veces, me soñaba a mí mismo intentando conciliar el sueño. Siempre coincide con esta circunstancia la sensación de temor, la sospecha de ser acechado por algo, oculto en la oscuridad más allá de las sábanas.


La diferencia esta vez, era que no yacía solo, y me sentía más seguro y tranquilo que de costumbre. No obstante, en algún momento la oscuridad dio paso a la penumbra, y los objetos de mi dormitorio y todos sus detalles fueron revelados. Todo encajaba en la contundente realidad, no existía nada especial o anormal, exceptuando, quizás, el miedo que me invadía.


Tal vez susurrara en el oído de S. algunas palabras para comprobar si dormía. Incluso puede que me incorporara al escuchar o notar movimientos en las sombras. No recuerdo exactamente qué hice en el durante, pero tras unos instantes, no cabía duda de que algo se acercaba por el pasillo, arrastrando los pies, o lo que tuviese en su lugar.


En el marco de la puerta apareció un ser alargado, dibujado por trazos nerviosos y negros que vibraban. Su figura recordaba a un obelisco, o puede que a una monja de gran estatura, flaca y esmirriada, oculta bajo algún tipo de hábito oscuro y fluctuante. Un par de enormes ojos saltones sobresalían de ese manto extraño que cubría al ser. Su movimiento era parecido al caminar de un monigote de animación vectorial.

Estaba paralizado ante tal circunstancia, observaba aquella cosa que entraba en mi habitación y avanzaba hacia la cama con pasos cortos y mirada desorbitada. De repente, su marcha cesó. Unas palabras se modularon en el hilo de voz que se abría paso a través de sus trazos zigzagueantes y sombríamente electrificados:

"A veces, practico la fagofagia..."

Desperté al instante.


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