Y sí, me he recordado.
Ahora mis pies caminan ligeros, y nuevas alas crecen en ellos.
He descendido a superficies más allá de lo subterráneo; he excavado en paredes de carne, tanto viva como muerta; he combatido a papel y tinta las más fieras y esquivas bestias interiores. He bebido néctar dulce y adictivo, venenoso. Arañé. Grité. Rabié. Ansié.
Y finalmente, cómo imaginarlo, de la manera más sencilla y tranquila, desempolvé, sin más contingencias, todos los caminos y senderos que me atraviesan. Y de aquel desierto sin esperanza, me elevé, como antes, a los más altos cielos.
La Inmensidad Presente, como combustible de un Fuego Interior infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario