Fragmentos

jueves, 4 de agosto de 2011

Caprichos

Aquella noche, la virgen de madera tallada bajó de su pedestal y, por su propio pie, se encaminó sola hacia la verbena del pueblo. Sujetándose las enaguas para no tropezarse, y ajustándose de cuando en cuando la pesada corona, consiguió llegar al mostrador donde los camareros atendían a los vecinos. Es de fácil entendimiento, que los habitantes de la pequeña población quedaran boquiabiertos al ver a su gran diosa redentora hipar a causa del vino, así como reir a carcajadas ante los chistes de los compadres allí reunidos.

(Extractos del Viejo Cuaderno)

1 comentario: