...¿se puede?
Aquí estoy de nuevo, en tu desorganizada antesala repleta de trabajo, y más trabajo...¿dónde estás? Sal que pueda verte...ah, ahí estás. ¡Qué pequeño y famélico! No me extraña, has estado tan ocupado y tan...consciente...
Está bien, vengo para decirte, chavalín, que en ocasiones resultas una carga bastante pesada. Sí, sé que te lo has estado currando, que no has parado de darle cuerda a toda esta maquinaria que tienes por aquí. Pero, debo decirte, que toda la porquería que suelta este cachibache se está acumulando en mis senderos. Además...ahora no haces más que languidecer y desarrollar una actitud terrible ante todo lo que yo conseguí. Me dejé la piel en ello, ¿sabes? Todo lo que llegué a esculpir y a construir...no estoy dispuesto a echarlo a perder. ¡Así que no hay más que hablar!
Despéjate; déjame a mí el trabajo duro. Tú encargate de disfrutar de cada bocanada de aire fresco y cada libación casual. Es hora de laissez-faire y de curar las grietas.
Descansa, Contemplador. Mis alas se extienden más allá de tus razonamientos conscientes.
Cierra los ojos, duérmete, y cuando despiertes, encontrarás mejores circunstancias para tus quehaceres.
Buenas noches
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